Según criterios diagnósticos del DSM-V-TR, una fobia se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como respuesta a la exposición a situaciones u objetos específicos temidos, lo que da lugar a comportamientos de evitación.
Se trata de un problema de índole psicológico que, en muchas ocasiones, condiciona la vida de quien lo sufre.
La persona que lo padece es consciente de que su miedo es irracional y exagerado pero, cuando se expone a el o piensa que va a tener que hacerlo, experimenta unos niveles de ansiedad y miedo tan intensos que termina, en la medida que puede, por evitar exponerse a ello. Debido a esta conducta de evitación, las fobias tienden a aumentar y a generalizarse a otros estímulos con el paso del tiempo.
Así mismo, también es habitual que su problema termine por afectar a las personas que conviven con el o ella, ya que, les hacen partícipes de sus evitaciones.